viernes, 24 de mayo de 2019

Día internacional de la epilepsia

La epilepsia o trastorno convulsivo, es un trastorno del cerebro en el que hay una oleada breve anormal de los impulsos eléctricos que viajan entre las células cerebrales. En lugar del patrón normal de transmisión de señales, las células nerviosas producen un error de encendido hasta 500 veces por segundo, mucho más rápido de lo normal. Los síntomas de la persona afectada pueden variar desde unos pocos segundos de mirada en blanco hasta varios minutos de convulsiones, pérdida de conciencia o espasmos musculares.

 

Uno de cada diez adultos en todo el mundo sufrirá un ataque en algún momento de su vida. Sin embargo, para ser diagnosticado con un trastorno convulsivo, una persona debe tener dos o más convulsiones.

 

El trastorno de convulsiones ha sido conocido por los médicos durante miles de años. La pérdida de control, los movimientos extraños y los comportamientos impredecibles de las personas con convulsiones hicieron que algunos escritores antiguos se preguntaran si los demonios los poseían. Eventualmente, sin embargo, Hipócrates en el siglo V aC atribuyó las convulsiones a un problema dentro del cerebro. Su percepción demostró ser correcta. Es importante tener en cuenta que la epilepsia no es causado por un trastorno mental o por un retraso mental. Aunque algunas personas con retraso mental tienen convulsiones, tener convulsiones no significa que la persona afectada tenga o vaya a tener retraso mental.

 

Los médicos dividen las convulsiones en cuatro grandes categorías:

 

  • Las convulsiones generalizadas (a veces llamadas convulsiones de gran mal) afectan a ambos lados del cerebro e incluyen: convulsiones de ausencia, en las que la persona mira al espacio brevemente; convulsiones atónicas, en las que la persona se relaja y cae; y convulsiones tónico-clónicas, en las que la persona puede perder el conocimiento, endurecer el cuerpo o hacer movimientos bruscos de los brazos y las piernas.

 

  • Las convulsiones focales se producen en una sola parte del cerebro y afectan a alrededor del 60 por ciento de las personas diagnosticadas con trastornos convulsivos. En las convulsiones focales, la persona puede tener alucinaciones u otros trastornos sensoriales o experimentar emociones repentinas pero intensas. En algunos casos, una persona que tiene una convulsión focal puede realizar movimientos repetitivos como parpadeo de ojos, contracciones de la boca o caminar en un círculo.

 

  • Las convulsiones no epilépticas pueden parecer convulsiones focales o generalizadas, pero no son causadas por interrupciones eléctricas en el cerebro. Pueden ser causados por fiebre alta, medicamentos fuertes, anestesia general o ciertas complicaciones del embarazo.

 

  • Estado epiléptico es el término médico para una convulsión en curso que dura más de cinco minutos o convulsiones que se suceden sin que el individuo se despierte. Es potencialmente mortal y necesita tratamiento de emergencia.

 

Es posible que una persona con trastorno convulsivo tenga más de un tipo de convulsión.

 

Algunas personas con trastorno convulsivo encuentran que sus ataques son provocados por ciertas condiciones o actividades; otros no tienen disparadores reconocibles. El desencadenante más común para una convulsión es no tomar los medicamentos recetados. Otros factores desencadenantes incluyen el consumo excesivo de alcohol, la falta de sueño, el estrés emocional o (en las mujeres) los cambios hormonales asociados con el ciclo menstrual. Los desencadenantes de ataques no causan ataques en el sentido estricto, simplemente los activan.

 

El trastorno convulsivo puede tener varias causas posibles diferentes. Algunos tipos raros de epilepsia se han rastreado a genes específicos; se sabe que algunos otros tipos se ejecutan en familias, aunque no se han vinculado a genes específicos. En algunos casos, las convulsiones son el resultado de lesiones en la cabeza, parálisis cerebral, autismo, enfermedad de Alzheimer, abuso de alcohol, tumores cerebrales, SIDA y otras enfermedades infecciosas que afectan el cerebro. Sin embargo, en aproximadamente el 50 por ciento de los casos, los médicos no pueden identificar una causa específica del trastorno convulsivo del paciente.

 

Los síntomas del trastorno convulsivo varían según el tipo de convulsión:

 

  • Convulsiones de ausencia generalizadas (a veces llamadas convulsiones menores): el paciente mira hacia el espacio y parece estar "fuera de él" o desatento.
  • Convulsiones tónico-clónicas generalizadas: Estas son las convulsiones generalizadas dramáticas que muchas personas ven en su mente cuando piensan en una convulsión. La persona puede caer al suelo, perder el conocimiento, sacudirse y perder el control de los intestinos o la vejiga. En estos tipos de convulsiones, una vez que terminan las sacudidas, el paciente estará dormido o somnoliento, lo que se denomina estado post-ictal.
  • Convulsiones atónicas generalizadas: la persona se afloja y puede desplomarse (si está sentada) o caerse (si está de pie).
  • Convulsiones mioclónicas generalizadas: la persona hace movimientos bruscos o sacudidas repentinas de los brazos y las piernas.
  • El paciente puede experimentar una fuerte emoción repentina o notar cambios en la apariencia, el sonido, el gusto o la sensación.
  • Convulsiones focales complejas: una convulsión focal compleja es aquella en la que el paciente pierde la consciencia por unos momentos, aunque puede continuar realizando movimientos repetitivos sin sentido, como golpearse los labios, tragar o recoger la ropa.

 

Muchas personas no entienden lo suficiente sobre el trastorno convulsivo y su amplia gama de posibles síntomas para responder adecuadamente a una persona que sufre una convulsión. No es inusual que las personas que tienen convulsiones no convulsivas sean tratadas como si fueran enfermos mentales. Por lo tanto, la falta de comprensión generalizada es uno de los mayores problemas sociales para las personas con trastorno convulsivo.

 

Los medicamentos anticonvulsivos son la primera línea de tratamiento para el trastorno convulsivo. La mayoría de los pacientes solo necesitan un medicamento, pero algunos pueden necesitar una combinación de dos o más. Puede tomar varios ensayos de diferentes medicamentos para determinar cuál funciona mejor y cuál es la dosis más efectiva. Algunos pacientes cuyas convulsiones son causadas por una pequeña porción del cerebro pueden beneficiarse de la cirugía, pero solo si la parte afectada del cerebro no controla la vista, la audición u otras funciones vitales. Algunos pacientes también reciben ayuda mediante un estimulador del nervio vago, un dispositivo implantado debajo de la clavícula cerca del nervio vago en el cuello. No está claro por qué la estimulación de este nervio en particular ayuda a controlar las convulsiones, pero se informa que reduce la cantidad de convulsiones en un 20 a 40 por ciento en la mayoría de los pacientes.

 

 

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